Las primeras pistas a la hora de situar la Psicología Humanista en el mapa de las corrientes psicológicas las encontramos en uno de sus principales abanderados: Abraham Maslow (el creador de la Pirámide de Maslow de las necesidades humanas). En su libro La Personalidad Creadora, Maslow habla de tres ciencias o grandes categorías aisladas desde las que se estudia la psique humana. Una de ellas es la corriente conductista y objetivista, que parte del paradigma positivista de la ciencia.
En segundo lugar se encuentra lo que él llama "las psicologías freudianas", que ponen énfasis en el papel del subconsciente para explicar el comportamiento humano y, especialmente, la psicopatología.
Finalmente, Maslow habla de la corriente a la que él se adscribe: la Psicología Humanista. Esta tercera corriente, sin embargo, tiene una peculiaridad. La Psicología Humanista no niega los dos enfoques anteriores, sino que los abarca partiendo de otra filosofía de la ciencia. Más allá de ser una serie de métodos a través de los cuales estudiar e intervenir sobre el ser humano, tiene su razón de ser en una manera de entender las cosas, una filosofía singular. Concretamente, esta escuela se fundamenta en dos movimientos filosóficos: la fenomenología y el existencialismo.
Fenomenología
Desde la fenomenología se remarca el hecho de que nunca somos capaces de experimentar "la realidad en sí" de manera directa (ya que nuestros sentidos actúan como filtro de esta información), mientras que ocurre lo contrario con aquellos aspectos subjetivos de los que somos conscientes. Es decir, se apela a la experiencia intelectual y emocional como las fuentes legítimas de conocimiento, una reivindicación que recoge también la Psicología Humanista.
Existencialismo
Por su parte, el existencialismo es una corriente filosófica que propone una reflexión sobre la propia existencia humana. Dos de sus postulados que más influyen sobre la Psicología Humanista son los siguientes:
- La existencia humana es reflexiva gracias a la consciencia. De la consciencia surge la angustia vital de buscarle un sentido a la existencia.
- La existencia del ser humano es cambiante y dinámica por su propia naturaleza, es decir, se va desarrollando. A través del desarrollo de la existencia, concretado en su toma de decisiones, se llega a la esencia, que puede ser auténtica o inauténtica dependiendo de su congruencia con el proyecto de vida de la persona.
En definitiva, tanto la fenomenología como el existencialismo ponen el énfasis en la consciencia y la capacidad del hombre para decidir, en todo momento, qué hacer, movido en última instancia por su intencionalidad y no por su biología o entorno, apartándose así del innatismo y el ambientalismo. La Psicología Humanista recoge esta herencia y la orienta al estudio e intervención sobre la toma de decisiones, la capacidad para crear un proyecto de vida consistente, la consciencia humana y la reflexión a partir de esta experiencia, que es subjetiva en parte.
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